por Srila Sen, MA
El abuso de metanfetamina, una droga que se fabrica con sustancias químicas para el hogar comunes y medicamentos de venta libre, ya no es común solamente entre adolescentes de escuela secundario del centro rural de los Estados Unidos. Atraídos por la capacidad de la droga de promover la pérdida de peso, capacidad de alerta y mayor actividad, se ha descubierto que los adultos en sus 30 y 40 años de barrios urbanos y suburbanos también consumen la droga. Si bien en la década de 1990 la metanfetamina se consideraba como una droga para fiestas de toda la noche para los adolescentes, actualmente los funcionarios de sanidad pública han identificado el abuso de metanfetamina como un problema de abuso de sustancias más amplio y habitual.
Dado que el abuso de metanfetamina comienza a cruzar todas las líneas etarias y sociales, la epidemia representa importantes inquietudes de sanidad pública, incluida la posible transmisión de hepatitis B y C y VIH/SIDA. En un esfuerzo por disminuir la producción de metanfetamina en sótanos improvisados o laboratorios de garaje, algunos estados han instituido estrictos controles sobre el acceso a medicamentos para la gripe en la farmacia de la esquina.
Se le conoce comúnmente en la calle como meta de cristal, speed, meta, hielo, cristal o vidrio, la droga se ingiere por vía oral, se inyecta, se inhala o se fuma. Aunque se les conoce mejor como sustancias de abuso, la metanfetamina y otras sustancias estrechamente relacionadas tienen usos médicos legítimos. El trastorno de déficit de atención e hiperactividad es una condición para la cual puede ser adecuada la prescripción de este fármaco. La mayoría de los usuarios de la metanfetamina probablemente no la consumen con el fin de tratar condiciones clínicas ni la reciben por prescripción médica. El potencial de abuso del fármaco es alto debido a que los usuarios pueden desarrollar fácilmente una tolerancia a ella, lo que se traduce en que necesiten dosis más altas para lograr la estimulación, y con el tiempo originan una dependencia aún mayor.
Como un potente estimulante psicomotor que funciona directamente en el cerebro y la médula espinal, los efectos inmediatos de las metanfetaminas son similares a los de la cocaína. Estos incluyen:
Debido a su lenta liberación hacia el torrente sanguíneo, los efectos de la metanfetamina pueden durar hasta doce horas. La sensación de bienestar general que producen las metanfetaminas se debe a los niveles más altos de dopamina, un neurotransmisor responsable de las funciones cerebrales que controlan el movimiento y las emociones, como placer y dolor. Sin embargo, la euforia pronto abre camino a una fase de gran agitación y una posterior “caída” en que los consumidores pueden dormir entre 24 y 48 horas. Este fenómeno puede provocar un ciclo de desenfreno y caída en el que los usuarios se hartan del fármaco para prolongar la euforia.
Asimismo, las metanfetaminas causan un aumento en la frecuencia cardíaca, presión arterial y temperatura corporal. Estas propiedades pueden tener resultados fatales para las personas que consumen una sobredosis (se puede producir una reacción tóxica con tan solo 50 miligramos). Sin intervención, la muerte puede ser el resultado de una temperatura corporal extremadamente alta (que puede aumentar a 108 ºF [42 ºC]), convulsiones y colapso cardiovascular.
Los síntomas físicos y conductuales del abuso continuo de la meta incluyen:
Además, los usuarios de metanfetamina más jóvenes son propensos a un fenómeno que los dentistas denominan “boca de metanfetamina”, en la cual los dientes se ennegrecen y descomponen hasta la línea de las encías. Aparentemente, esto se debe a que este tipo de usuarios es más susceptible a los efectos corrosivos de algunos ingredientes que se utilizan para sintetizar las metanfetaminas. Además, la droga seca la saliva, que es la defensora natural de la boca contra las caries.
Con el tiempo, el uso frecuente de la metanfetamina interfiere con la capacidad normal de sentir placer. La dependencia a la metanfetamina también puede generar otros efectos psicológicos no deseados, incluidos:
Adicionalmente, el abuso de meta a largo plazo causa una función motriz y cerebral reducida debido a la disminución en la función de la dopamina. (La producción excesiva de dopamina que causa el consumo de meta, con el tiempo daña las células nerviosas que la liberan). Los consumidores a largo plazo generalmente presentan problemas con las habilidades de aprendizaje verbal y una gran pérdida de memoria similar a la que se produce con la enfermedad de Alzheimer. El daño motriz se puede presentar en forma de temblores y pérdida de agilidad similares a los síntomas de la enfermedad de Parkinson.
Además, los consumidores a largo plazo sufren un daño cardiovascular irreversible como consecuencia del estrés que ejercen los latidos cardíacos rápidos e irregulares, la presión arterial elevada y los extremos en las temperaturas corporales. También se pueden producir trastornos respiratorios y daño irreparable en los pequeños vasos sanguíneos del cerebro, lo que hace que las personas sean más propensas a accidente cerebro vascular. Por último, las personas que manipulan las sustancias químicas corrosivas que se usan para elaborar las metanfetaminas estén en riesgo de grave daño pulmonar, insuficiencia orgánica e incluso la muerte.
La mayoría de los programas de tratamiento y recuperación implican algún tipo de intervención cognitivo conductual, incluidos programas de 12 pasos y terapia familiar, para evitar recidivas. Además, se utilizan grupos de apoyo de recuperación de metanfetamina y medicamentos antidepresivos para intentar mantener a las personas desintoxicadas. Un desafío importante en el tratamiento de la dependencia a la metanfetamina es que los cambios en el cerebro y los pensamientos que causa la meta hacen que muchas formas de psicoterapia sean menos eficaces. Los investigadores continúan estudiando formas para tratar efectivamente esta condición.
Aunque las pruebas demuestran que se puede recuperar cierta función después de una abstinencia prolongada y permanente en adultos, posiblemente los efectos a largo plazo del consumo de metanfetamina entre adolescentes no sean tan alentadores. Dado que el desarrollo del cerebro continúa al inicio de la edad adulta, el efecto negativo de la droga entre consumidores adolescentes, generalmente entre 12 y 17 años, podría significar una disminución a largo plazo de la función cerebral y comportamiento alterado. Se ha demostrado que la exposición prenatal causa un retraso en el crecimiento fetal y anormalidades cardíacas y cerebrales. Los investigadores intentan determinar si los efectos secundarios del abuso, como pérdida de memoria, coordinación motora deficiente, alteración del estado de ánimo y la incapacidad para sentir placer, continúan en la edad adulta, incluso después de que un adolescente a dejado de consumir la metanfetamina.
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Ultima revisión July 2017 por EBSCO Medical Review Board Michael Woods, MD, FAAP